A través de la observación y el análisis, nuestro enfoque suele comenzar con una sesión de diseño, un enérgico proceso creativo que pone en marcha el proyecto y le da impulso. Durante esta fase, nos familiarizamos plenamente con el lugar (su aspecto físico, social y cultural) y absorbemos todas los elementos que se reflejan en su estética física, además de construir un sentido intuitivo de lo que le pertenece. Exploramos los objetivos y el estado futuro deseado de un desarrollo inmobiliario mientras evaluamos la viabilidad y colaboramos con otras disciplinas para definir una visión y generar conceptos iniciales.

Con la información de base, comenzamos el proceso de ideación libre de semántica. Dejamos de lado los juicios y permitimos que todas las ideas (brillantes, mediocres o extravagantes) fluyan por nuestra mente. En esta etapa se exploran todas las posibles opciones de diseño de un proyecto antes de filtrarlas por la lógica. Al final, algunas ideas no serán viables, pero otras serán asombrosas.

Con la ayuda de los miembros del equipo, evaluamos las alternativas y sintetizamos los conceptos en un diseño creativo y económicamente viable. Al actualizar un concepto, mantenemos la «idea general» como estándar de medida mientras abordamos cómo se ejecutará. Es aquí donde la experiencia y los conocimientos de diseño son importantes. Nos preguntamos continuamente «¿por qué vendría alguien aquí?» y dejamos que este contexto influya en nuestro diseño.

Nuestro objetivo en todos los esfuerzos es hacer que un visitante, residente o invitado entienda la narrativa de un espacio con detalles que añaden contexto a sus historias de vida. Por ello, nuestras originales soluciones de diseño destilan vitalidad al tiempo que cumplen con las normas internacionales y superan las expectativas en la práctica del diseño. Diseñamos sin perder de vista la viabilidad de la construcción, porque un buen diseño solo es bueno si es funcional y realizable.